Hace un tiempo, durante un período de eclipses el año pasado, descubrí mi animal de poder: la pantera. Fue en octubre y noviembre cuando esta conexión se hizo evidente para mí. Durante aquel tiempo, mis canales espirituales se abrieron de par en par y empecé a escuchar voces, muchas voces, que provenían de más allá. Fue abrumador, para ser sincera.
Imagina esto: me encontraba sumida en la confusión porque, ya sabes, todos vivimos en este mundo material y no es fácil comprender la presencia de espíritus a nuestro alrededor, aunque sepamos que existen. Pero de repente, los estaba escuchando constantemente. Me despertaba en mitad de la noche por ataques astrales, y al amanecer, ya estaba completamente despierta, escuchándolos de nuevo. Y en la noche, cuando todo se calmaba, ahí es cuando todo empezaba de nuevo.
Mis guías me decían que me mantuviera tranquila, asegurándome que todo estaría bien y que me acostumbraría. Pero un mes y medio se sintió como una eternidad.